martes, 11 de septiembre de 2007

A JESÚS DEL GRAN PODER


Se abren las PUERTAS del cielo,
la luz se hace en lo más alto,
todo rincón de Sevilla
se ilumina ante tu paso.
Callada queda la gente,
negra la noche de espanto
entre ecos fantasmales
de luto y de triste raso.
Tu silueta se recorta
en las luces de tu barrio
y el incienso se derrama
en el aire sevillano.
Envuelto en múltiples sombras
de nazarenos callados
caminas, la Cruz al hombro
y en tu cabeza clavado
un rosal de espinas muertas,
cual serpiente del pecado.
Llevas las manos dormidas
y tu rostro ya cansado
de un dolor de tantos siglos
pero sigues caminando.
Tan costosa tu zancada
tan doloroso y amargo
el mal fin de tu tortura
y el horror de tu calvario.
Ya no quieren verte rico
ni vestido de bordados,
que en la noche de Sevilla
el teriopelo morado
tan liso como la niebla
cubre tu cuerpo Santo.
Tu mirada ya perdida
sin Norte ni Sur ni mando,
tus rodillas doloridas,
tus amoratadas manos,
tus hombros donde reposa
la Cruz de nuestro pecado
prisioneros de su carga
que perdura tantos años,
tu boca semicerrada
guardando un suspiro ahogado,
y el PODER de tu figura
tan inmenso y soberano.
Eres SEÑOR DE SEVILLA
y eres Rey de su reinado
y eres luna de sus noches
y eres sol de su verano
y eres su fe y su esperanza
y eres su divino amparo
y eres camino del cielo
y eres flor de sus naranjos.
Nazareno por Sevilla.
Madrugá del Viernes Santo.
GRAN PODER, gran humildad,
¡¡¡¡el mismo Dios caminando!!!!

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