martes, 11 de septiembre de 2007

GUADALUPE SEVILLANA



Guadalupe Sevillana
flor encendida de sangre
y azucena bella y clara.

Tras tu hijo que ya ha muerto
clavado en su Cruz sagrada,
vas llorando con tu pena
tristes lágrimas de gracia.
Ser tu pañuelo, Señora,
quisiera yo con mi alma
y secar tu desconsuelo
con mi plegaria callada.


Guadalupe Sevillana,
Reina del Dos de Mayo
entre las Atarazanas.


Ya no podrás abrazarle
ni tocar su bella cara,
que después de su martirio
se ha quedado en sólo Aguas,
ni siquiera tiene sangre
ni una gota color grana,
sólo Aguas florecidas
que brotan desde su llaga.


Guadalupe Sevillana,
Rosario del Arenal
con carita de gitana.


Sólo tú, Virgen Niña,
con los suspiros del alba
verás ya resucitado
a quién tu llanto aclama.
Eres fuego del deshielo
y musa de quien te canta
y eres Niña Guadalupe
y eres Sangre de sus Aguas,
y eres arco del Postigo
y de las Reinas, la Guapa,
de Duarte, la primera,
y mi Niña de aguas blancas,
la Virgen de Guadalupe
la que llegó a nuestra España
cruzando su devoción
desde las tierras lejanas.


Guadalupe Sevillana
¡qué decirte madre mía!,
¡cómo soñarte en mi alma!

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