martes, 11 de marzo de 2008

Verdes candelas


Bajo tu palio, Señora,
Virgen de la Candelaria,
se hace primor la ternura
y tus lágrimas, plegarias.
Son tus manos el refugio
y el amparo de mi alma,
el consuelo de mis penas
es tu manto verde agua.
Con tu pena dolorosa
y tus mejillas de nácar
eres flor de los jardines
de Murillo, Candelaria.
Poco a poco ya tu paso
elegante ya se marcha
y mi corazón no quiere
decirte adiós, Candelaria.
Madre mía de mi vida,
de mi vera no te vayas
que en toda la judería
no encuentro estrella más brava
ni perfume tan hermoso
que cautive mi mirada.
Reina de San Nicolás,
de Sevilla soberana,
emperatriz de los cielos
y gitana de la Alfalfa,
de mi alma eres la llave
y suspiro de mi calma,
siempre Paloma del cielo
y mi Reina, ¡Candelaria!

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